Antonio Valencia Encinas
Fundación para el Periodismo

 

 

Cada fin de semana, en ocasiones desde el jueves. Desde tempranito, hasta que se pone el sol. De un barrio a otro y de una cancha a la otra. Con horarios apretados y casi siempre a las corridas. Así es la vida de los “Siete Ligas”, término que no sólo describe un oficio o una actividad, sino también un estilo de vida.

¿Qué es lo que atrae a estos deportistas a los campeonatos barriales además del obvio gusto que tienen por jugar fútbol? Pues, el dinero que se les paga en cada torneo. Aunque también se les llega a reconocer con objetos materiales y tecnológicos. A veces, simplemente con refresco o un plato de comida. En ocasiones, se les llega a pagar o premiar con bebidas alcohólicas.

Estos futbolistas amateur, sin llegar a ser celebridades como los jugadores profesionales, son reconocidos y famosos en los campos deportivos a los que llevan su talento; sin embargo, existe una oposición y resistencia hacia ellos desde ciertos dirigentes y delegados.

Superando las opiniones a favor o en contra que generan los “Siete Ligas”, la realidad es que cada fin de semana las canchas de césped sintético los esperan, con campeonatos que se volvieron más competitivos y reconocidos que cuando el terreno de juego era de tierra.

La vida de los “Siete Ligas”
Ellos son los futbolistas que, como su nombre lo indica, pueden llegar a jugar hasta siete partidos de distintas ligas en un día y cobrar por participar en ellos. Víctor Hugo Vino Chipana, dirigente del Club Atlético Meneces y Pelaya (CAMYP) que participa en todas las ligas de Sopocachi, sostiene que estos jugadores cobran por partido desde Bs 30 hasta Bs 200.

Si bien los “Siete Ligas” son jugadores que compiten en torneos amateur, también son deportistas que en su mayoría juegan en la división preprofesional o juvenil de algún club de primera división como Bolívar o The Strongest. Pueden ser jugadores que compiten en la segunda división del fútbol boliviano y algunos hasta son exfutbolistas profesionales que dejaron la actividad de élite y se convirtieron en amateur para seguir ganando algo de dinero.

Diego Alejandro Santalla Solís es uno de los pocos profesionales que existe en el medio. “No hay muchos por falta de tiempo, prohibiciones ya sea del equipo o de las ligas. No es prestigioso para un profesional ser Siete Ligas”, reconoce Diego. Él aún no ha debutado en la Liga Profesional del Fútbol Boliviano, sin embargo, entrena con el primer plantel del Club Bolívar y va ganando experiencia en partidos amistosos.

Otro deportista que dice necesitar el dinero que genera cada fin de semana es Sergio Villanueva Moscoso. Él cuenta que su tarifa es de Bs 100 si juega fútsal y Bs 150 si juega en cancha grande (fútbol). Relata que en un fin de semana en el que no se le crucen los horarios de sus partidos puede llegar a ganar Bs 500 que generalmente gasta en transporte para sus actividades semanales, para los libros que le piden en la universidad y para darles recreo a sus sobrinos.

Algunos jugadores de las ligas amateur dieron el salto al profesionalismo y llegaron a jugar en clubes muy importantes del país. Por ejemplo, está el caso de Leonel Reyes, apodado “Lito”, quien juagaba en la liga de San Jerónimo y posteriormente fue parte de clubes como Iberoamericana, The Strongest y Bolívar, incluso fue convocado a la Selección Nacional y ser capitán de ella.


Oposición a los “Siete Ligas”

En las ligas barriales se genera cada año un debate entre quienes están a favor de la participación de los “Siete Ligas” y quienes tienen una posición contraria a que estos deportistas, en muchos casos profesionales o exprofesionales, jueguen en torneos amateur.

Víctor Hugo Vino Chipana, dirigente de la Liga Deportiva de Sopocachi-Figaro y delegado del Club CAMYP, acusa que con la participación de los “Siete Ligas” los torneos dejan de ser leales, pues los costos son elevados para algunos clubes que no cuentan con muchos recursos. En contraparte, Jhasmani Camacho, dirigente y representante del Club INVENTA, afirma que los “Siete Ligas” elevan el nivel de competitividad de la liga, ya que son jugadores de mucho talento que generan sus propios recursos.

Algunos de los “Siete Ligas” suelen aparecer en las instancias finales de los torneos y, en consecuencia, no están correctamente inscritos o habilitados. Esta realidad representa un problema para la organización de los torneos, pues algunos campeonatos se resuelven en mesa por impugnaciones.


El alcohol en las ligas barriales

Además del dinero, existen otras formas de reconocer a un jugador por su compromiso con el equipo: objetos materiales, un choripán o un sándwich de chola, ropa y equipación deportiva también, pero es una realidad que el alcohol es una forma de premiar en las ligas barriales de la ciudad de La Paz.

En la cancha de Bajo San Antonio, más conocida como “la parada de la jota”, existe un letrero que dice: “Prohibido el consumo de bebidas alcohólicas”; pese a esto, a unos pasos del campo de juego está la tienda de Carmen Apaza, quien reconoce que sus ventas se incrementan los fines de semana y gran parte del dinero que le ingresa viene de dirigentes de equipos que pagan con cajas de cerveza a sus jugadores.

Existen dirigentes de equipos que lamentan la costumbre de ciertos pares suyos de premiar con bebidas alcohólicas. Víctor Hugo Mina, por ejemplo, lamenta que exista expendio de bebidas alcohólicas a metros de un campo deportivo y critica aún más que existan ganas de beber después de haber practicado un deporte.


La era del césped sintético

En la ciudad de La Paz existen 150 campeonatos barriales afiliados a la Asociación de Ligas Deportivas de La Paz (ADELPAZ), torneos que se realizan en las canchas de las diversas zonas de la ciudad y que sirven a los deportistas para realizar la actividad que más les gusta y, además, ganarse dinero por practicarla.

El fenómeno de las canchas de césped sintético comenzó con el programa “Evo cumple” en 2007. Posteriormente se sumó a esta iniciativa el Gobierno Municipal de la Paz. Actualmente quedan muy pocas canchas de tierra, pues todas han sido convertidas al pasto artificial.

Ivar Lizarazu, tesorero del comité organizador de la Asociación Deportiva del Sur (ADESU), afirma que desde que hay césped sintético se incrementó tanto el nivel de la competencia como los espectadores que concurren a la cancha a ver el fútbol cada sábado y domingo.

“Se debe tener cuidado con este tipo de material”, advierte la doctora de Villa Copacabana, por lo que recomienda un tipo especial de zapatillas o cachos para no producir daños en las rodillas o fracturas al momento de jugar en este terreno.
De la tierra al césped sintético no sólo fue un cambio estético en los terrenos de juego, sino un cambio en la mente de los diferentes participantes de los campeonatos barriales de la ciudad de La Paz.

De todas formas, los deportistas amateur captaron una modalidad constante para generar ingresos que son de gran ayuda para sus gastos diarios. Además, ser “Siete Ligas” supone constancia, sacrificio y vigencia. Todo un estilo de vida, toda una una vocación.