En   la cuarta encuesta de percepción ciudadana que realizó el Observatorio «La Paz Cómo Vamos” con el objeto de conocer los principales problemas que, a juicio del vecino, tiene la sede del Gobierno,  la inseguridad ciudadana fue considerada  el problema más urgente. Esto quiere decir que poco  se ha avanzado en esta materia y que las medidas y políticas que se han implementado para hacer de la ciudad un lugar más seguro y confiable, son insuficientes o han fracasado.

Hace aproximadamente dos años se sancionó la Ley del Sistema de Seguridad Ciudadana Por una vida Segura, y poco después, el Ministerio de Gobierno implementó el plan denominado Chacha Puma en el que, además de reforzar en equipos e infraestructura a la Policía, se instaló una serie de cámaras que permiten vigilar remotamente ciertas arterias y zonas públicas. Asimismo, el municipio paceño construyó módulos policiales y dotó de motorizados a la Policía, aunque según dijo el alcalde Revilla, esto  no es determinante si la ciudad no cuenta con los efectivos policiales que requiere de acuerdo con su población.

El burgomaestre paceño tiene razón. La Policía es un eslabón insustituible en la lucha contra la delincuencia, el crimen organizado y la inseguridad, pero no lo es todo, como tampoco lo es contar con una ampulosa ley.  Ambos elementos ayudan mucho, especialmente si son eficaces, lo que, en el caso que nos ocupa, no sucede. La razón es que –y la misma encuesta de percepción ciudadana lo señala– la credibilidad de la Policía ha caído por todo el historial de desaciertos, corrupción y complicidad en hechos delictivos que involucran a algunos miembros de la institución del orden, lo que nos hace pensar que el modelo policial boliviano está en  crisis y que es necesario pensar en la reestructuración de esta  institución.

El municipio de Bogotá –ciudad que hasta hace un par de décadas era una de las más inseguras de Latinoamérica– ha diseñado un plan que denomina  Plan Integral en Convivencia y Seguridad Ciudadana de Bogotá  (PICSC) que, según las autoridades bogotanas,  será el eje de las políticas públicas en esa materia los próximos 10 años. El plan pasa de un paradigma que cree en la necesidad de más policías, mayores penas y más cárceles a un paradigma que busca la profesionalización de la Policía en materia de conflictos urbanos. De igual forma se pasa de un paradigma que afirma que la pobreza no es un factor a considerar en materia de seguridad a uno que entiende que la desigualdad es un elemento importante para entender las conflictividades, las violencias y los delitos.

El plan bogotano es tan acertado como simple y directo. Allá como aquí o como en cualquier otro lugar, si se desea una ciudad más segura,  se debe contar con una buena Policía y políticas para combatir la exclusión. Lo que no se menciona en ese plan y es indispensable es la construcción de institucionalidad y para ello  la participación ciudadana es fundamental. La corresponsabilidad es un principio que debe prevalecer en el comportamiento y en las actitudes de la ciudadanía. ¿Cómo lograrlo? La respuesta es tan simple como el PICSC bogotano: a través de la creación de una cultura ciudadana. Y  esto pasa, necesariamente,  por una mejor educación para la población.

Quizás si el municipio como el Gobierno central destinaran más recursos a campañas de cultura ciudadana y menos a la propaganda política y a la difusión de obras, esta meta sea más accesible de lo que se piensa.

Un último apunte: ¿qué rol juega en todo esto la juventud?  Con seguridad es el segmento de la población al que más se debe atender en un plan integral. Proporcionándole esparcimiento, actividades productivas así como educativas se evitará que muchos jóvenes caigan en las drogas y en la delincuencia. ¿Cómo? Habrá que pedirles a las universidades y colegios mejores y más programas de extensión,  pero,  dentro de todo ello, no está por demás que el municipio piense en  centros juveniles, campeonatos deportivos, conciertos y otras actividades que ocupen a los jóvenes.

La Policía es un eslabón insustituible en la lucha contra la delincuencia, el crimen organizado y la inseguridad, pero no lo es todo. Tampoco lo es la ley.

Un apunte: ¿qué rol juega en todo esto la juventud?  Con seguridad es el segmento de la población al que más se debe atender en un plan integral.