«Jamás se autocensuren. Sigan pensando con la lógica del periodismo: trabajar para transformar la sociedad y generar cultura política» es el consejo del colombiano Sergio Ocampo. Periodista y escritor, y ganador de varios premios como el Simón Bolívar, visitó La Paz para dictar el taller de Cobertura Periodística en Procesos de Elecciones, realizado por la Fundación para el Periodismo.

¿Cuál podría ser el mayor pecado de un periodista al momento de cubrir una elección?

El periodista, en ninguna parte del mundo, se debe autocensurar. Debe esperar a que lo censuren, pero nunca debe iniciar él o declararse derrotado desde el principio. Hay que seguir proponiendo e insistiendo, propugnando para que las cosas se digan y se denuncien. La autocensura es el primer enemigo, no solo en tiempo electoral, sino todo el tiempo.

¿Cómo afecta a los medios el hecho de tener a un candidato que claramente va a ganar la elección?

Es muy complicado. En Colombia nunca viví unas elecciones, en las que se evidencie que ya hay un elegido y no sé como trabajaríamos los medios colombianos en una situación como esta. Probablemente estaríamos exigiéndole mucho a ese candidato, sobre toma de posiciones, propuestas, promesas. Yo vengo de un país en el cual hay una libertad de expresión bastante decorosa, con muchos problemas sin duda, pero tenemos estándares importantes para decir las cosas y ejercer el derecho a la libre expresión y libertad de prensa. Nunca me ha tocado una situación como la que tienen ustedes en este momento.

¿Qué opina de la tendencia en Latinoamérica de algunos gobiernos que tratan de perpetuarse en el poder?

Es lo más grave que nos puede ocurrir, porque la democracia, y especialmente la de las instituciones, están pensadas con unos sistemas de pesos y contrapesos y una persona que se queda el doble o el triple de tiempo, rompe completamente con esos equilibrios. Alguien que termina siendo dueño del poder legislativo y judicial, y creo que los casos Venezuela, Ecuador, Bolivia, evidencian que no es sano para las democracias que esté ocurriendo esto.

¿Cómo afecta esto a los medios de comunicación?

Un presidente todopoderoso, dueño del congreso y dueño de los tribunales, es un presidente con capacidad de imponer muchas restricciones a la libertad de prensa y de expresión, ya sea sacando leyes restrictivas, comprando medios de comunicación, poniendo problemas a los aranceles del papel, etc. De las primeras víctimas son los medios de comunicación y, por ende, a la verdad y el usuario final que deja de ser bien informado.

Usted dijo que cuando Venezuela se quedó sin Chávez, se quedó sin gobierno. Si Bolivia se queda sin Morales, ¿sería parecido al caso venezolano?

No conozco el caso boliviano con tanta cercanía como el de Venezuela. Tuve la oportunidad de cubrir las elecciones que ganó Chávez en 1998 y lo he seguido muy de cerca. Con Bolivia no me atrevo a contestar en el caso de que Evo Morales no esté. No sé si el Presidente tiene una plataforma política, que haga que las cosas continúen si él no está. Yo creería que no, porque veo el mismo fenómeno caudillista que vi en Venezuela, en el que no hay instituciones, sino personas muy fuertes. Hay mucho presidente y muy poca presidencia. Por simple lógica pensaría que si Morales no está, el proyecto revolucionario debería caer. Es uno de los grandes problemas del caudillismo, pues las decisiones políticas y la institucionalidad terminan dependiendo del tono temperamental de una sola persona.

Si el líder no está, se cae el propósito…

Exacto. En los países civilizados y serios, se mueven por unas instituciones muy sólidas. En Gran Bretaña, las transiciones se dan con mucha tranquilidad y facilidad. Aquí no. Colombia entró en la senda del caudillismo nuevamente. Estamos viviendo tiempos muy complicados por cuenta del respaldo de un sector de la población amplio al señor Álvaro Uribe Vélez, que es un dictador de ultraderecha.

¿Por qué lo considera un dictador?

No te voy a contestar esa pregunta, pero no retiro lo dicho. Yo pienso que Uribe es un personaje muy peligroso, pues a pesar de lo que se le ha demostrado y cuestionado, Uribe conserva un 70% de popularidad. Abiertamente ha hablado de que hay un estado de opinión paralelo al estado de derecho y el primero se refiere a que “como yo tengo popularidad y respaldo de la gente puedo hacer lo que yo considere”. Eso abre una puerta al régimen totalitario y creo que Uribe en 2014, si se le permite, terminaría montando una aventura totalitaria parecida a la de Venezuela, Ecuador o Bolivia, pero en el otro extremo ideológico.